calidad de vida

¿Cómo mejorar la calidad de vida?

Nuestro bienestar y calidad de vida están determinados por un complejo entramado de factores, aspectos y necesidades que influyen en nuestro estilo de vida.

La satisfacción de nuestras necesidades y la forma como nos sentimos respecto a ellas es primordial para mejorar la calidad de vida.

En este artículo, tomaremos como base la jerarquía de necesidades para analizar cómo podemos mejorar la calidad de vida.

Veamos la importancia de nuestras necesidades y su influencia en la calidad de vida.

Hace muchos años, un psicólogo llamado Abraham Maslow, propuso que las personas tenemos que cubrir ciertas necesidades.

De hecho, propone que estas necesidades tienen un orden jerárquico y se dividen en 5 grandes grupos, que son los siguientes:

  1. Necesidades fisiológicas.
  2. Necesidades de seguridad.
  3. Necesidades sociales.
  4. Necesidades de reconocimiento.
  5. Necesidades de autorrealización.
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También, establece que en la medida en que cubrimos o satisfacemos las necesidades del orden inferior, buscaremos o nos sentiremos motivados para satisfacer las necesidades del orden siguiente.

A continuación, veamos a detalle que incluye cada grupo de necesidades y como se relacionan con nuestra calidad de vida, motivación y conducta:

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1. Necesidades básicas o fisiológicas: estas necesidades forman la base de la pirámide y de nuestra vida, son de orden biológico y están orientadas a la supervivencia, por ejemplo, respirar, alimentarse, dormir, sexo, refugio, evitar el dolor, etc.

2. Necesidades de seguridad: cuando las necesidades básicas están satisfechas, nos sentimos motivados y buscamos satisfacer estas necesidades que incluyen; vivienda, salud, orden, estabilidad, economía y protección.

3. Necesidades sociales: también conocidas como necesidades de amor, afecto y pertenencia: una vez satisfechas las necesidades de los dos niveles anteriores nos motivaremos por satisfacer estas necesidades que incluyen: el amor, el afecto y la pertenencia o afiliación a un grupo social.

4. Necesidades de reconocimiento: también conocidas como necesidades de estima, Maslow describió dos necesidades de estima: Baja, incluye el respeto de los demás, necesidad de estatus, fama, gloria, reconocimiento, atención, reputación, y dignidad; y Alta formada por la necesidad de respeto de sí mismo, sentimientos como confianza, competencia, logro, independencia y libertad.

5. Necesidades de autorrealización: son las más elevadas y están orientadas a la necesidad de una persona para ser y hacer lo que la persona «nació para hacer», es decir, es el cumplimiento del potencial personal a través de una actividad especifica.

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La teoría de la Motivación Humana fue desarrollada por el psicólogo Abraham Maslow en 1943.

En ella, establece una jerarquía de necesidades humanas, que sirve como base para la motivación humana.

Cuando no satisfacemos estas necesidades de acuerdo con nuestras exigencias, deseos o parámetros, experimentamos emociones displacenteras que afectan nuestra calidad de vida.

Por ejemplo, cuando no podemos establecer relaciones sociales significativas y por el contrario nos involucramos en relaciones perjudiciales o destructivas, experimentamos frustración, decepción, vacío, y malestar general.

En consecuencia, estas emociones afectan negativamente nuestro bienestar, seguridad, toma de decisiones, objetivos, calidad de vida y proyectos de vida, lo que incide en el desarrollo de problemas psicológicos, emocionales y conductuales que demandan atención.

Hasta aquí, sabemos que las personas tenemos necesidades, unas básicas otras no tanto y nos agrade o no las debemos satisfacer, aunque sea medianamente.

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La OMS, define calidad de vida como la percepción del individuo sobre su posición en la vida dentro del contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y con respecto a sus metas, expectativas, normas y preocupaciones.

Hagamos una pausa y un primer análisis:

¿Cómo nos encontramos con respecto a la satisfacción de nuestras necesidades?

¿Experimentamos problemas en algún nivel de necesidades?

¿Alguna necesidad nos está provocando conflictos o insatisfacción?

¿Cómo nos relacionamos con las personas?

¿Nuestras obligaciones y actividades nos provocan satisfacciones y reconocimientos?

Para el propósito de este artículo, vamos a englobar esta jerarquía de necesidades en tres aspectos que consideramos básicos.

Estos aspectos demandan satisfacción y determinan en cierto grado nuestra calidad de vida.

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Aspectos que influyen en la calidad de vida.

El aspecto sexual o mejor dicho nuestra sexualidad demanda satisfacción, por ejemplo, relaciones sexuales, intimidad, placer, erotismo y mucho más.

El aspecto social demanda establecer relaciones satisfactorias y duraderas de amistad, compañía, amor, pertenencia a grupos, etc.

De hecho, múltiples estudios validan que las relaciones significativas y de apoyo disminuyen nuestros niveles de estrés, ansiedad, podemos cumplir metas, en pocas palabras incrementan positivamente nuestro bienestar y calidad de vida.

Por otro lado, el aspecto económico influye en nuestra seguridad, bienestar y tranquilidad proporcionándonos los elementos necesarios para cubrir nuestras necesidades y satisfacer nuestros deseos materiales.

También, la forma en la que satisfacemos y valoramos estos aspectos está influida por nuestros pensamientos (conscientes o inconscientes), experiencias previas y nuestras actitudes.

Dicho de otra manera, cada persona es educada de cierta forma y vive determinadas experiencias que intervienen en la formación de sus pensamientos y por lo tanto pueden determinar sus actitudes si no se trabaja con ellos para modificarlos positivamente.

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Por ejemplo, una persona educada con violencia probablemente termine pensando que la violencia es normal y forma parte de la vida.

De manera que, si la persona no hace algo al respecto, su forma de pensar y actuar en el aspecto social estará influida por relaciones violentas e insatisfactorias.

En cambio, una persona educada con respeto, valores humanos y tolerancia probablemente termine respetando y tolerando cualquier forma de vida.

De modo que, cada persona percibe, valora, y satisface el aspecto social, sexual y material de diferente forma.

Un ejemplo acerca de estas diferencias se puede validar con los estudios realizados por el psicoanalista Alfred Adler, respecto a la relación que existe entre los diferentes estilos de crianza infantil y el desarrollo de las patologías asociadas con el sentimiento de inferioridad.

También, se pueden consultar múltiples estudios acerca de la teoría del apego propuesta por el psicólogo John Bowlby y las investigaciones acerca de la crianza y su relación con los diferentes estilos de apego.

Con esto, no queremos decir ni apoyamos la falsa creencia de que la crianza o la infancia determinan nuestros pensamientos, creencias y actitudes en la vida adulta.

Sabemos que en cierta forma nuestra infancia y crianza influye en la forma en la que entendemos el mundo y nos relacionamos con los demás, pero esto no significa que sea determinante, cada persona es responsable de transformarse y crear pensamientos saludables.

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Calidad de vida y sexualidad.

Ahora hablemos de la sexualidad y como puede meternos en problemas que requieren de atención y cuidado.

La sexualidad abarca aspectos como el sexo, la identidad sexual, el género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción.

Una persona que goza de buena salud sexual experimenta relaciones positivas, evita prácticas sexuales de riesgo, goza de un cuerpo sano, tiene una vida sexual plena.

Por ejemplo, relaciones sexuales placenteras, seguras, libres de represión, exigencias, discriminación o violencia.

De modo que una persona que no tiene una buena salud sexual experimentará todo lo contrario a lo expuesto en el párrafo anterior, que puede ser en parte o totalmente.

Claro que, como hemos expuesto antes, cada persona determina o debería determinar la forma en la que entiende y satisface su sexualidad.

Pongamos el caso de las personas que son felices experimentando relaciones amorosas entre 3 personas o más, o cambiando de pareja o también las que buscan fidelidad y relaciones sexuales solo con su pareja.

¿Cómo mejorar la calidad de vida?

Realizar un análisis de los diferentes aspectos que integran nuestros hábitos de vida, es primordial para mejorar la calidad de vida.

Los psicólogos no estamos para juzgar lo bueno, lo malo o lo moralmente correcto, simplemente necesitamos establecer que la insatisfacción de la sexualidad genera conflictos y disminuye la calidad de vida.

Pero tampoco validamos la violencia o las prácticas sexuales abusivas con la finalidad de que una persona se sienta satisfecha en el aspecto sexual, entendemos que son trastornos psicológicos y conductuales que demandan atención psicológica inmediata y además son castigados por ley.

Otra cosa sería, hablar del uso de violencia en las relaciones sexuales, cuando esto es de mutuo acuerdo y respetando los límites que impone cada persona, aunque conocemos causas y consecuencias de esta forma de placer, los psicólogos no estamos para calificar como buena o mala la conducta de ninguna persona.

La labor de un psicólogo es ayudar a la persona a mejorar su calidad de vida, diagnosticar y tratar los trastornos psicológicos, emocionales o conductuales que afectan el bienestar de la persona.

Ningún psicólogo que se especialice en la atención clínica se va a espantar, a enojar o castigará al paciente por sus pensamientos o conductas, sería ilógico y reprochable.

Pero sigamos con el tema de la sexualidad, la sexualidad reprimida, no tener relaciones sexuales o tenerlas de forma insatisfactoria, genera problemas y emociones negativas en nuestra vida.

De modo que, lo recomendable es detenernos por un momento a realizar un análisis acerca de la satisfacción y conductas asociadas con nuestra sexualidad.

Podemos iniciar con unas preguntas, puedes responderlas aquí mismo, te dejamos algún espacio por si decides comenzar:

¿Tengo relaciones sexuales en la cantidad y calidad que deseo?

¿Las relaciones sexuales que experimento son satisfactorias?

¿Experimento libertad y respeto en mis relaciones sexuales?

¿Tengo confianza en la persona con la que tengo relaciones sexuales?

¿Tengo relaciones sexuales por obligación?

¿Mis relaciones sexuales son violentas o discriminatorias?

¿En las relaciones sexuales hago cosas que no deseo?

¿Tengo miedo de no satisfacer a mi pareja sexual?

¿Tengo algún complejo relacionado con mi sexualidad?

¿Tengo pensamientos que me impiden disfrutar de mi sexualidad libremente?

¿Al tener relaciones sexuales me siento obligado por mi pareja?

¿Tengo relaciones sexuales fuera de mi relación que ponen en peligro la salud de mi pareja?

¿Utilizo métodos de protección para evitar enfermedades de transmisión sexual?

¿Acudo al médico y me realizo estudios de laboratorio con frecuencia?

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Estas preguntas no son parte de una prueba psicológica, mucho menos forman parte de una valoración, las proponemos como una forma muy breve y general de analizar aspectos básicos de la sexualidad y su satisfacción.

Supongamos que hemos contestado todas las preguntas de forma honesta y nos damos cuenta de aspectos como; preocupación, riesgos, límites, actitudes o pensamientos negativos que experimentamos (por el motivo que sea) respecto a nuestra sexualidad.

Seguramente te preguntarás, ¿Qué hago ahora?

El siguiente paso es analizar primero si la causa de insatisfacción o preocupación es por tu forma de pensar o de actuar o es por la forma de pensar y actuar de la persona con la que tengo relaciones sexuales.

Una vez determinado el origen en caso de ser personal es necesario hacer un análisis profundo de las razones que me generan conflictos relacionados con la sexualidad.

Por otro lado, si están relacionados con otra persona el primer paso para arreglar las cosas en las relaciones es la comunicación efectiva, exponer los puntos de vista y establecer acuerdos que generen beneficios en la relación.

Probablemente tengamos una visión de la sexualidad que nos impida disfrutar libremente o tenemos miedo de experimentarla.

Quizá seamos abusivos, desconsiderados y pongamos en riesgo a las personas debido a nuestras conductas o prácticas sexuales y no tengamos la menor idea de cómo parar.

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Entonces necesitamos ayuda psicológica para superar problemas, insatisfacción, conductas, pensamientos y demás que nos provocan emociones negativas.

De manera que cuando experimentamos problemas con nuestra sexualidad, origina emociones negativas, y a pesar de que las ignoremos ocasionan problemas y afectan nuestra calidad de vida.

Por ejemplo, cuando tenemos una relación sexual agradable, placentera, respetuosa, con la persona que deseamos, al siguiente día nuestro estado de ánimo es de alegría, felicidad, satisfacción, entre otros.

Por otro lado, cuando la relación sexual es insatisfactoria, por obligación, violenta o de plano no tenemos relaciones sexuales, nos sentimos frustrados, irritables, de mal humor o repugnantes.

Cuando las malas prácticas se vuelven una costumbre y parte de nuestra vida, nuestro estado de ánimo se vuelve negativo, pesimista, rencoroso, agresivo, frustrado, decepcionado o resentido afectando nuestra calidad de vida.

Nos guste o no, lo veamos o no, esto influye en todos los aspectos de nuestra vida, en nuestra forma de tomar decisiones, proyectos y planes, relaciones sociales, desarrollo de nuestras capacidades o falta de atención.

Hasta aquí dejaremos el aspecto sexual para dar paso al análisis del aspecto social.

Las relaciones sociales y nuestra calidad de vida.

La evidencia científica con la que contamos hasta el momento respalda la idea de que las personas tenemos la necesidad y por lo tanto buscamos establecer relaciones sociales significativas.

Las relaciones sociales dan sentido a nuestra vida e influyen en nuestra forma de pensar, sentir y actuar.

Estudios recientes establecen que cuando las personas contamos con relaciones de apoyo, respeto, empatía y cercanía somos capaces de afrontar experiencias negativas de forma exitosa y con menos emociones displacenteras.

De la misma forma avalan el bienestar y positividad que genera una relación de apoyo, afecto y sinceridad en momentos de crisis, estrés o peligro.

Todo esto parece confirmar que los seres humanos buscamos relaciones significativas, positivas, estables, de apoyo, solidaridad, respeto y empatía, que nos proporcionen seguridad y afecto.

Pero de la misma forma que hemos visto en el aspecto sexual, el aspecto social puede estar alterado por nuestros pensamientos y experiencias pasadas.

Por ejemplo, algunas personas utilizan el “Síndrome del espejo retrovisor”, la idea en general es que tenemos la tendencia a mirar hacia atrás y sacar conclusiones a futuro.

En otras palabras, cuando tenemos una experiencia negativa en el pasado y vivimos una situación semejante en el presente, recordaremos la experiencia negativa pasada y esto determinará nuestra actitud y pensamiento presentes.

No podemos afirmar esto como una regla general, ya que la psicología y la experiencia humana han demostrado que son muchos los factores que intervienen en el proceso de toma de decisiones.

Veamos un ejemplo, Rebe terminó una relación amorosa hace unos meses, ella siente que su pareja tenía actitudes que le causaban molestia, tristeza, y una serie de emociones no tan positivas que la hicieron tomar la decisión.

Poco tiempo después Rebe conoce a otra persona de la cual se enamora y piensa que esta persona es completamente diferente a su pareja anterior, se llenas de esperanza, satisfacción, amor, entusiasmo, felicidad y alegría.

Al paso del tiempo Rebe y su pareja se han conocido mejor y comienzan los inevitables conflictos en la relación, entonces se das cuenta de que las actitudes de su nueva pareja son las mismas que las de su pareja anterior y le causan las mismas emociones que había jurado no experimentar nuevamente.

Llegados a este punto nos damos cuenta de que el llamado síndrome del espejo retrovisor no explica completamente para Rebe porque si experimento una mala relación nuevamente se relaciona con una persona semejante a su expareja.

Los psicólogos sabemos que, si Rebe no hace nada al respecto todas sus relaciones serán semejantes y le ocasionarán las mismas experiencias y emociones que rechaza.

Por consiguiente, Rebe puede desarrollar un pensamiento que generalice a las personas, es decir, “todos los hombres o mujeres son iguales” y por tanto negarse a iniciar una nueva relación.

Esta forma de pensar puede ocasionarle soledad, tristeza, frustración, desamparo, decepción, inseguridad, desesperanza, hostilidad, apatía, abandono, desinterés y con el paso del tiempo depresión, ansiedad, estrés, afectando su calidad de vida.

Pasando a otro punto sabemos que no solo necesitamos una relación amorosa comprensiva, también necesitamos y pertenecemos a un grupo social en el cual nos desarrollamos.

Por ejemplo, pertenecemos a un grupo social en la escuela, la familia, el trabajo, los amigos, club deportivo, recreativo, etc.

Nuestra interacción en los diferentes grupos sociales a los que pertenecemos puede no ser del todo afortunada o positiva.

Pongamos otro ejemplo, un joven que es víctima de Bullying o acoso escolar evidentemente su desarrollo en el grupo social representa un problema que le ocasiona conflictos psicológicos, emocionales y conductuales.

También son muy conocidas las malas relaciones en el ambiente laboral que ocasionan frustración e insatisfacción en las personas afectando su desempeño y calidad de vida.

Hasta aquí hemos visto varias situaciones que afectan el aspecto social y ocasionan problemas, nuevamente te invitamos a reflexionar acerca de la satisfacción que experimentas en tus relaciones.

Así que, te proponemos algunas preguntas para iniciar el análisis de tu satisfacción en relación con el aspecto social:

¿Cuento con una relación amorosa satisfactoria que me brinde apoyo y respeto?

¿Tengo una buena comunicación con mi pareja?

¿Cuándo tengo un problema tengo una persona en la que puedo confiar?

¿Cuento con el apoyo de familiares y amigos?

¿Mis relaciones laborales, escolares y familiares son satisfactorias?

¿Mis familiares respetan mis decisiones?

¿Convivo con amigos fuera del ambiente laboral, escolar o familiar?

¿Practico actividades sociales que me proporcionan placer y entretenimiento positivo?

¿Los conflictos que experimento (familiares, escolares o laborales) me superan?

¿Me siento integrado a un grupo social?

Bueno estas preguntas son una guía básica para iniciar a valorar nuestra satisfacción social y te servirán para evaluar la necesidad de ayuda psicológica.

Para finalizar es preciso aclarar, una persona satisfecha con sus relaciones sociales no es una persona que no experimenta conflictos o diferencias en sus relaciones o que en todo momento experimenta felicidad en compañía de su familia o amigos.

Las relaciones pueden ocasionar conflictos, diferencias, en cuyo caso resolver, tomar decisiones que beneficien la relación y buscar acuerdos es una necesidad y obligación de sus integrantes.

De hecho, las relaciones sociales generan por decirlo así derechos y obligaciones que cada persona debe cumplir ya sean relaciones de amor, amistad, familiares o las que sean.

Por ejemplo, tenemos derecho a pasar tiempo con nuestra pareja o nuestros amigos, pero también tenemos la obligación de brindarles apoyo, respeto, empatía y demás, esto establece relaciones positivas y duraderas.

La forma en la que nos relacionamos con las personas dice mucho de nosotros, es un indicador de conflictos emocionales o de bienestar y seguridad.

Cuando una persona decide aislarse, no hablar con nadie, no contestar el teléfono, no acudir a reuniones y situaciones similares, es una señal de emergencia y necesidad de apoyo urgente.

También cuando nos relacionamos de forma conflictiva, con apego desmedido, de forma controladora, insegura o abusiva, necesitamos ayuda psicológica.

Muchas personas piensan que vivir aislados o en relaciones conflictivas es algo normal o natural en la vida, pero no es así, este tipo de relaciones o la falta de relaciones provoca insatisfacción, problemas, sentimientos desagradables y baja autoestima.

La evidencia científica demuestra que las relaciones positivas, de apoyo y afecto, proporcionan seguridad, motivación, optimismo y satisfacción que se traducen en una mejor calidad de vida y bienestar.

Una mirada honesta a tus pensamientos, actitudes y en general a la forma en que te relacionas te puede dar una pista acerca de tu estado psicológico y emocional.

Nadie puede vivir aislado, todos necesitamos compañía, apoyo, cariño y comprensión, tampoco podemos vivir abusando de las personas, utilizándolas, agrediéndolas, celándolas, invadiendo su privacidad o acosándolas, tarde o temprano los problemas psicológicos nos rebasarán.

Hasta aquí dejemos este tema para iniciar con el aspecto económico y su relación con nuestro bienestar.

Calidad de vida y economía.

Científicos realizaron un estudio en el que propusieron un ingreso mínimo mensual como base para la felicidad, descubrieron que, al incrementar este ingreso mensual, no se incrementaba el nivel de felicidad de las personas.

Vivimos en un mundo cambiante, en una permanente crisis económica o al menos nunca he experimentado o escuchado crecimiento económico o estabilidad que permita vivir despreocupadamente.

La realidad, es que vivimos en una constante inseguridad provocada por la economía de la cual no tenemos control o al menos la mayoría no lo tenemos.

Escuchamos que baja el precio del barril de petróleo, suben las tasas de interés, sube la gasolina, los alimentos, los salarios no incrementan y aspectos similares que podemos entender o no y podemos estar de acuerdo o no.

De cualquier forma, esto se traduce en desempleo, falta de oportunidades.

Todo esto puede ocasionar, inseguridad, frustración, preocupaciones, agobio, susto, desesperación, tristeza o impotencia.

Entonces debemos tener en cuenta que hay situaciones que podemos cambiar y que están en nuestras manos, pero también hay cosas que no podemos cambiar, controlar, predecir y debemos aceptarlas e intentar que jueguen a nuestro favor.

Por ejemplo, no podemos controlar o predecir si nos van a despedir de nuestro empleo o si mañana amaneceremos con la noticia de que la economía mundial se fue a la mierda y ahora somos más pobres porque todo subió de precio.

Nos debe quedar claro que sobre eso no tenemos control o la mayoría no lo tenemos, entonces debemos analizar lo que si podemos controlar y afectar positivamente.

Entonces ¿qué es eso que si podemos controlar o mejorar?

Olvidemos la economía y regresemos a la psicología, una de las cosas que si está en nuestras manos es el control del dinero que recibimos, ya sea mucho o poco debemos manejarlo con prudencia.

Imagina, tienes un empleo estable, ganas lo suficiente, te sientes seguro, inevitablemente tus hábitos de consumo se modifican, tienes acceso a créditos, nuevas oportunidades, pierdes el control.

Te compras un carro nuevo, un teléfono, restaurantes, paseos, placeres y más placeres que te ocasionan deudas, necesidades y no te detienes a pensar en un proyecto a futuro.

Cuando te das cuenta trabajas para pagar tus deudas y esto crea la necesidad de permanencia en tu actual empleo, con suerte permaneces en tu empleo 50 años y medio alcanzas a pagar las deudas.

Pero cabe la posibilidad de que mañana te quedes sin empleo o probablemente a estas alturas te encuentras ya sin empleo, con deudas y te acostumbraste a un nivel de vida que ya no puedes pagar.

Ahora explotan los problemas, los banqueros te persiguen, comienza la frustración, ansiedad, depresión, ataques de pánico, agobio, baja autoestima, reproches, rabia, celos, envidia y más que pueden hacerte tomar una decisión equivocada o desesperada.

Entonces podemos decir que está en nuestro control nuestra relación con el dinero, nuestra cultura de la prevención.

¿Como las podemos controlar?

Con preparación, autoconocimiento, disciplina, con hábitos de vida saludables, modificando conductas, tolerando la frustración y más.

Malos hábitos o estilos de vida desordenados ocasionan emociones desordenadas, conflictos, caos e indiferencia que afecta negativamente nuestra calidad de vida y desempeño.

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